TRAS EL TRIUNFO DE SYRIZA EN GRECIA
Cómo llamar a la “responsabilidad” de Tsipras
Dos columnas, una en la Deutsche Welle y otra en El País, presentan toda alternativa a la troika como un capricho infantil. Si el líder de izquierda se porta bien, dicen, hasta podrían permitirle atender a los más pobres.
El establishment quiere que se vea a Tsipras como un político inmaduro.
Foto: Syriza
Por Guillermo Wolff. Especial para lavanguardiaweb
A pocas horas de la victoria de Syriza en Grecia, la corresponsal en Bruselas de la Deutsche Welle (DW), el servicio de radiodifusión internacional público de Alemania, apostrofaba a Alexis Tsipras en los más duros términos. Para Barbara Wesel, que bien podría haber escrito su columna sentada en el regazo de mamá Merkel, el líder de izquierda —que preocupa a los banqueros y al establishment político de Grecia, España, Alemania y de la Unión Europa en general, pero entusiasma a las víctimas de la crisis a uno y otro lado del Mediterráneo— es algo así como un niño caprichoso que no quiere cumplir con sus responsabilidades. Doce días más tarde, desde el diario madrileño El País, el economista mediático José Carlos Díez calificaba a Tsipras de “adolescente político”, le recomendaba leer a José Luis Zapatero y seguir el ejemplo de Felipe González, que al mando del PSOE consumó el pasaje de ese partido centenario al neoliberalismo y hoy corona su carrera haciendo lobby para empresas multinacionales.
Como sucede en los países serios y los grandes medios que comulgan con esos principios morales, incluso en naciones periféricas, la Deutsche Welle se presenta como un adalid de la información objetiva, la libertad de expresión y las causas nobles. En parámetros rioplatenses, Wesel sería así una periodista independiente que persigue la verdad y encarna las preocupaciones de sus lectores, la gente de bien.
A su juicio, el programa del nuevo primer ministro bien podría resumirse en un “viva la insolencia”. Su campaña estuvo plagada de promesas “imposibles de cumplir”, dice Wesel, y ella misma las enuncia: “un programa social generoso que incluye, entre otras, la derogación de las medidas de austeridad, un recorte de la deuda, la plena independencia nacional y, al mismo tiempo, más fondos procedentes de Europa y la permanencia en el euro”. ¡Un escándalo!
Tras anticiparles a los griegos que “no van a recibir al mismo tiempo una consola, una bicicleta nueva y el último modelo de móvil”, como esperan todos los niños, Wesel arriba, como buena periodista independiente, al momento de las prescripciones. Así, le advierte a Bruselas que “nadie debe dejarse engañar por la imagen de buen hijo de Alexis Tsipras”. Y aunque desliza que “muchos expertos asumen que muy pronto las razones económicas se impondrán en Atenas y el gobierno tendrá que llegar a un compromiso”, advierte: “Los países de la Eurozona deberían prepararse en secreto, por si llega el momento en el que enseñarle la puerta de salida a Grecia resulte más sabio que seguir insistiendo en dejarles batirse en retirada”.
Aunque habla formalmente de Grecia, Díez —docente de escuelas de negocios y habitual columnista de El País— parece más preocupado por Podemos. No es para menos: la fuerza alternativa encabezada por Pablo Iglesias viene haciendo todos los méritos para tirar por la borda la entente neoliberal entre el PSOE y el Partido Popular, ahora en el gobierno con Mariano Rajoy a la cabeza.
También prescriptivo, como corresponde a todo economista que divulgue las vulgatas neoliberales, dice que “es una pena” que Tsipras e Iglesias no hayan leído El dilema, un libro del ex presidente Zapatero que les habría bastado para entender “cómo funciona Europa”.
Díez vaticina poco menos que una catástrofe para Grecia, como si estuviera en el mejor de los mundos. “El Gobierno tampoco podrá atender sus vencimientos de deuda y el pago de intereses y el país volverá a entrar en impago tres años después del anterior. Los ingresos fiscales caerán y tendrá que incumplir sus promesas y aplicar recortes”, explica, taxativamente, sobre las consecuencias de no hacer los deberes.
Y acude para eso a un ejemplo elocuente: “Argentina, no pidió rescate al FMI y no anunció un ajuste fiscal. El tipo de cambio se depreció un 75% y el PIB se desplomó un 11%. Hubo corralito, 14 monedas en circulación y 20% de la población vivía del trueque ante la incapacidad para tener dinero para comprar alimentos, medicinas y productos de primera necesidad. Y lo más grave, la tasa de pobreza se dobló hasta máximos históricos del 55% de la población en 2002”. El problema para Díez es que el argumento que acompaña el ejemplo es falso. La Argentina llegó a esa situación precisamente de la mano del FMI y con las políticas de ajuste como bandera, y salió del infierno haciendo exactamente lo contrario.
Sin ponerse colorado, y ya que estamos, el economista de negocios asegura que “los españoles podemos enseñarles a los griegos un plan alternativo”. Comenta entonces que cuando asumió en 1982, “en medio de una depresión, con elevada tasa de paro, una grave crisis bancaria y fuga de capitales”, Felipe González “presentó un duro plan de estabilización y de reformas que modernizaron España sobre la base de la educación y el capital humano”.
Como Wesel, Díez también reparte consejos y advertencias a diestra y siniestra. Tsipras debe negociar con el establishment político que llevó a Grecia al desastre, “presentar un plan de reformas creíbles y explicar a los griegos que su programa era el del País de Nunca Jamás”, en alusión a Peter Pan, el niño que no quería crecer.
Si se porta bien, los mayores deberían reconocérselo y “permitirle aprobar medidas razonables de atención humanitaria a los griegos en pobreza severa”. ¡Cuánta bondad!
Con la verdad en sus manos y Pablo Iglesias en la cabeza, Díez cierra su columna con una exhortación esperanzada: “Ánimo, no solo podemos, sabemos y debemos hacerlo”.
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