Las artes del atropello

Escribe Susana Rinaldi *

Tengo un concepto de artista que me impide confundir el mundo del arte con cualquier atropello inmobiliario que sólo trae un negocio detrás. Por eso, voté negativamente la creación del llamado “Distrito de las Artes”.

Lo primero que llamó mi atención fue que el proyecto no hablara de “artistas” o “creadores”, sino de “desarrolladores de infraestructura artística”, lo cual tiene correlato con su origen, que no fue el Ministerio de Cultura sino el de Desarrollo Económico.

Esta ley concede llamativas ventajas impositivas a quienes instalen sedes donde se impulse “la formación, creación, producción, gestión y difusión de obras artísticas”. E incluye también la comercialización de esas obras y la venta de servicios e insumos para esas actividades. Así, se corre el riesgo de que el distrito se transforme en un polo comercial y turístico que nada tenga que ver con las artes y la cultura.

El proyecto se analizó en las comisiones de Cultura y de Desarrollo Económico y Presupuesto, donde hicimos propuestas que expresan nuestra visión de la cultura.

Así, propusimos convertir al creador, al artista, en el principal beneficiario de las exenciones impositivas contempladas. Para transparentar y democratizar el proceso, pensamos en un Consejo Asesor bajo la órbita del Ministerio de Cultura. Lamentablemente, no tuvimos eco. Nobleza obliga, cabe destacar el esfuerzo de otros legisladores de la oposición que lograron interesantes, pero —a nuestro criterio— insuficientes modificaciones.

Los artistas necesitan infraestructura, pero impulsada por un Estado presente, que piense a la cultura como un derecho básico y que no se limite al seguimiento de la inversión privada.

* Legisladora por el Frente Progresista Popular