Entre los foros y las calles

Escribe Carlos Fidel

Las noticias hablan de una crisis del capitalismo central, que comenzó en 2008 en Estados Unidos y llegó rápidamente a Europa. Esa crisis adoptó un perfil catastrófico en la esfera financiera, de modo que bancos y aseguradoras de riesgos globales, que operan despegadas de la dimensión productiva, se desplomaron o fueron y son absorbidos por otros. De tal manera, reflejan el derrumbe de derivados financieros o préstamos de riesgo, y provocan una oleada de concentración de capital monetario.

Surgen varios interrogantes. ¿La crisis europea es singular o tiene semejanzas con otras anteriores? ¿Es un rebote transitorio de lo que acontece en Estados Unidos? ¿Hasta dónde llegará y qué profundidad tendrá sus efectos? ¿Servirá la estrategia de ayuda diseñada por la Unión Europea y los organismos multilaterales de crédito?

Ante la crisis, que afecta al formato de la unión monetaria y económica europea diseñada hace 13 años, hay dos líneas de propuestas de salida. Por un lado, la que transita por el pensamiento neoliberal de “ajustar” los presupuestos, especialmente en los países menos industrializados del sur de Europa, reduciendo las inversiones sociales y salvando al sistema financiero con problemas.

Por otro, la que propone destinar recursos para impulsar el crecimiento de la producción y el empleo, ampliando las inversiones en investigación y desarrollo, y simultáneamente, extendiendo las transferencias de ingresos de los sectores más concentrados hacia los más desposeídos.

Mientras las estrategias de salida se discuten en foros y ámbitos supranacionales, la población indignada gana las calles y se pronuncia en los votos.