EVO MORALES PIDIÓ DEFENDER A LA MADRE TIERRA
“Discutir el modelo capitalista”
En la Conferencia sobre Cambio Climático que se realiza en Perú, el presidente boliviano cuestionó el “modelo de desarrollo voraz que está terminando con la humanidad” y propuso recuperar la sabiduría de los pueblos indígenas.
La comunidad es la salvación del ambiente y el ser humano, dijo Morales.
Foto: Presidencia de Bolivia
El presidente de Bolivia, Evo Morales, demandó un acuerdo “basado en la protección de la vida y la Madre Tierra y no en el mercado, la ganancia y el capitalismo”, durante su intervención en la XX Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP20), realizada en Lima, Perú.
“El cambio climático se ha convertido, una vez más, en la válvula de escape para evitar discutir cuestiones de fondo como el modelo de desarrollo capitalista y voraz que está terminando con la humanidad. El colonialismo de nuestros pueblos ha continuado incesante por la vía del engaño respecto a un presunto acuerdo para mitigar la emisión de gases tóxicos y en consecuencia para reducir el dióxido de carbono. Ni los científicos, ni los gobernantes más audaces del norte han logrado modificar la conducta de los grandes emprendimientos industriales y poderosos que no se sienten responsables de preservar el medio ambiente”, dijo Morales en otro tramo de su discurso, que se reproduce íntegramente al pie.
La Conferencia, que se extiende del 1 al 12 de diciembre, es convocada por un organismo de las Naciones Unidas, la Convención Marco sobre el Cambio Climático (CMNUCC), con el objetivo de avanzar hacia un acuerdo provisorio que permita reducir la emisión de gases de efecto invernadero.
“Quiero pedir a los gobernantes del mundo que escuchemos con humildad a los pueblos indígenas, aprendamos de ellos y decidamos siguiendo su sabiduría y su cultura de la vida”, planteó Morales, que recuperó el aporte del Grupo de los 77 más China en las negociaciones tendientes a un nuevo acuerdo ambiental.
Finalmente, sostuvo que “la comunidad es la salvación del medio ambiente, de la vida y por tanto del ser humano”. Y tras afirmar que “el capitalismo es destrucción de la Madre Tierra”, propuso la creación de un tribunal internacional de justicia climática.
Discurso completo del presidente Evo Morales
El cambio climático es uno de los desafíos globales más graves de nuestro tiempo. Subrayamos el hecho de que los países en desarrollo continúan siendo los países que sufren más los efectos adversos del cambio climático y la creciente frecuencia e intensidad de los desastres naturales extremos, a pesar de que son históricamente estos países los menos responsables del cambio climático. El cambio climático amenaza no sólo las perspectivas de desarrollo de los países en desarrollo y su logro del desarrollo sostenible, sino también la propia existencia y la supervivencia de los países, las sociedades y los ecosistemas de la Madre Tierra.
Afirmamos que la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) es el foro intergubernamental internacional primordial de negociación para la respuesta mundial al cambio climático. La respuesta internacional al cambio climático debe respetar plenamente los principios, disposiciones y objetivo final de la Convención, en particular los principios de igualdad, equidad y de responsabilidades comunes pero diferenciadas. El nuevo acuerdo debe abordar todos los elementos de la Convención incluyendo la adaptación, la provisión de financiamiento y tecnología.
Hermano Presidente, quiero destacar la contribución del Grupo de los 77 más China en las negociaciones de cambio climático
• El establecimiento de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático con una visión de solidaridad, cooperación, justicia y equidad debe ser asumido como el más importante logro.
• También resaltamos la creación de las nuevas entidades de cambio climático de Naciones Unidas sobre adaptación, financiamiento y tecnología propuestas desde el G77+China, con una visión holística del cambio climático que incluye mitigación y adaptación respetando el derecho al desarrollo de los pueblos.
• Recientemente destacamos el gran logro de la COP19 propuesto por el G77+China, que es la constitución del Mecanismo Internacional de Daños y Pérdidas para atender los impactos de eventos extremos.
Hermanos y hermanas, les pido su paciencia y su tolerancia para expresar la visión y la posición del Estado Plurinacional de Bolivia en lo ético y político sobre el cambio climático.
En esta COP20 de cambio climático que se realiza en nuestra querida región de América Latina y el Caribe quiero pedir a los países del mundo que podamos realizar un acuerdo climático basado en la protección de la vida y la Madre Tierra y no en el mercado, la ganancia y el capitalismo.
En lo que hoy es el territorio del Perú hace muchos años se formó una gran civilización que se extendió por América Latina. Una gran civilización indígena con mucha sabiduría y que nos ha dejado un gran legado. Ahora que la COP20 se realiza en Lima les pido que podamos orientar nuestras decisiones tomando en cuenta la sabiduría de nuestros pueblos indígenas del “Abya-Yala”.
Quiero pedir a los gobernantes del mundo que escuchemos con humildad a los pueblos indígenas, aprendamos de ellos y decidamos siguiendo su sabiduría y su cultura de la vida.
Los gobiernos del Norte se han aplazado en dar una solución al cambio climático; aprendamos de los pueblos del Sur y de sus enseñanzas y hagamos un acuerdo climático con la filosofía y los valores de estos pueblos del Sur. Hagamos un nuevo acuerdo climático desde una visión anticolonialista.
Los pueblos indígenas del mundo que vivimos en el Sur nos reunimos y discutimos los temas hasta llegar a un consenso, podemos estar días y noches dialogando y conversando pero nuestra misión es llegar a un acuerdo entre todas y todos. No manipulamos, no engañamos y no confundimos para llegar a un acuerdo; nos damos el tiempo necesario para hablar y para escuchar. Todo es transparente.
También, nuestros abuelos y tatarabuelos indígenas nos han enseñado que una sociedad justa tiene que basarse en tres principios: “ama suwa” (no seas ladrón), “ama llulla” (no seas mentiroso), “ama qhella” (no seas flojo). Les pido que sobre estos principios y valores de nuestros ancestros, abuelos y tatarabuelos indígenas, desarrollemos el nuevo acuerdo climático.
El primer principio: “no seamos ladrones (ama suwa)”. No tenemos que robar lo que les pertenece a los otros. Recientemente el Panel Intergubernamental de Expertos de Cambio Climático de Naciones Unidas ha terminado su informe y concluye que si no queremos un incremento de temperatura más allá de los 2 grados centígrados no podemos emitir más de 1.000 Giga toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera hasta el año 2050. Y si no queremos que la temperatura se incremente más allá de 1.5 grados centígrados esta cantidad debe ser mucho menor, aproximadamente 630 Giga toneladas de dióxido de carbono.
El espacio atmosférico que existe en el planeta tiene que ser compartido por todos respetando los principios de equidad y responsabilidades, comunes pero diferenciadas. Pero hay algunos países codiciosos que quieren consumir ellos solos lo que resta del espacio atmosférico.
Estos países nos han robado desde la época de la colonia y quieren seguirnos robando. Estos países nos están robando la posibilidad de que podamos desarrollarnos de forma sostenible.
Parece que estos países se han acostumbrado a vivir robando, nos han robado en el pasado y nos están robando nuestro futuro, que es el futuro de nuestros hijos y nietos.
Y si un país en desarrollo emite gases de efecto invernadero con la obligación de alimentar y dar una vida más digna a su pueblo empiezan a apuntarnos con el dedo acusador. Se quiere sancionar y castigar a quien toma un poco para comer y alimentar a su pueblo pero no se castiga al que ha robado en grandes cantidades para enriquecerse y lucrar.
Existe un grupo muy grande de países que abusaron históricamente del espacio atmosférico y que están cometiendo un ecocidio con la Madre Tierra.
Pero también debemos afirmar con honestidad que hay países que están siguiendo el mismo camino mercantilista y consumista, con patrones de consumo y producción basados en el capitalismo depredador, codicioso, acumulador y concentrador de riqueza en pocas manos, afecto a la opulencia, generador de pobreza y marginación. No se puede lograr la armonía con la naturaleza y el vivir bien de la humanidad si se siguen los mismos patrones de consumo y producción del capitalismo, esos patrones han condenado a nuestra Madre Tierra a la muerte.
Hermanas y hermanos, no puede haber un acuerdo climático que condene a la Madre Tierra y la humanidad a la muerte para favorecer al capital, el enriquecimiento de pocos y el crecimiento consumista y depredador.
Estamos aquí para hacer un acuerdo climático por la vida y para la vida y no para los negocios y el mercantilismo capitalista.
El segundo principio: “No seamos mentirosos (ama llulla)”. No podemos continuar en una negociación de un nuevo acuerdo climático donde los países se mienten unos a otros, donde dicen que van a hacer algo por el cambio climático, pero en realidad no se quiere hacer nada, o donde se dice una cosa pero en realidad se piensa hacer otra. No se dice lo que se piensa y no se hace lo que se dice. Hay muchos países mentirosos e hipócritas en la negociación del cambio climático. No son éticos los acuerdos que no garantizan la integridad ambiental de la Madre Tierra y la integridad de nuestra maravillosa comunidad humana. Son mentirosos los acuerdos que sólo piensan en los negocios y no promueven la vida.
No podemos permitir que los poderes interesados en el capital y no en la vida nos impongan un nuevo acuerdo climático que condena a la humanidad y a la Madre Tierra a la muerte.
El tercer principio: “No seamos flojos (ama quella)”. Los países desarrollados no quieren incrementar sus ambiciones en la reducción de emisiones, y menos aún implementar sus compromisos en el marco de la Convención en temas de adaptación, provisión de financiamiento, tecnología y desarrollo de capacidades. Más aún, algunos países están promoviendo un nuevo acuerdo climático donde todos los esfuerzos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero sean voluntarios, es decir que cada quien haga compromisos que les resulten más cómodos, desconociendo así la responsabilidad histórica de los países desarrollados y condenando a la humanidad a sufrir incrementos de temperatura que superarán los 3 o incluso 4 grados centígrados en los próximos 30 años.
Si los países desarrollados hubieran cumplido sus compromisos de reducción de emisiones y hubieran puesto en marcha las acciones previstas en la Convención con seguridad que no estaríamos escuchando a estas alturas las previsiones apocalípticas sobre el cambio climático.
Pero hay países desarrollados que no quieren enfrentar la obligación de hacer reducciones domésticas en sus países que comprometan su desarrollo económico y no quieren hacer nada para apoyar a los países en desarrollo a enfrentar el cambio climático.
Hay países que en lugar de cumplir con sus obligaciones de la Convención hacen lo posible y lo imposible para que sean los otros los que hagan lo que ellos tenían que haber hecho o tendrían que hacer en el futuro.
Es por ello que les pido que cumplamos la regla de los pueblos indígenas del “ama suwa” (no seas ladrón), “ama llulla” (no seas mentiroso), “ama quella” (no seas flojo).
• No nos robemos el espacio atmosférico y el derecho al desarrollo que corresponde a otros países, particularmente a los países pobres.
• No nos mintamos y no nos engañemos, y cumplamos con los acuerdos que ya hemos suscrito.
• No seamos flojos y hagamos acuerdos con compromisos ambiciosos que nos exijan garantizar la integridad de nuestra Madre Tierra y que incorporen todos los elementos de mitigación, adaptación, financiamiento, tecnología y desarrollo capitalista.
Hermanas y hermanos del COP20, a veces debatimos en estas conferencias los efectos del cambio climático, pero no los orígenes del calentamiento global.
Más de 30 años de esterilidad y simulacro: negociaciones sin resultado
La humanidad en su conjunto tiene las manos vacías y al mismo tiempo carga el peso del fracaso. Después de casi 30 años o más de búsqueda de acuerdos internacionales en materia de cambio climático no logramos ningún acuerdo sustantivo. Hoy día nos encontramos en la antesala de la destrucción de la Madre Tierra y ante la desaparición de nuestra especie humana.
Los países desarrollados del norte, responsables mayúsculos de la destrucción de la naturaleza nos han llevado a un terreno infecundo para legitimar su aparente compromiso con la humanidad. Los países en vías de desarrollo hemos servido de fuente de legitimación de un diálogo unilateral y estéril. Hemos servido de pretexto para que los grandes sigan haciendo lo mismo desde que se instaló el simulacro del diálogo y la deliberación. Hay en todo este montaje del medio ambientalismo una gran carga de hipocresía, racismo y neocolonialismo.
El cambio climático se ha convertido, una vez más, en la válvula de escape para evitar discutir cuestiones de fondo como el modelo de desarrollo capitalista y voraz que está terminando con la humanidad.
El colonialismo de nuestros pueblos ha continuado incesante por la vía del engaño respecto a un presunto acuerdo para mitigar la emisión de gases tóxicos y en consecuencia para reducir el dióxido de carbono. Ni los científicos, ni los gobernantes más audaces del norte han logrado modificar la conducta de los grandes emprendimientos industriales y poderosos que no se sienten responsables de preservar el medio ambiente.
No sólo cargamos el sentimiento del fracaso, sino también del engaño y de conductas gubernamentales cada vez más tramposas a la hora de decidir el futuro de la humanidad. Perdimos el tiempo porque el diálogo no es entre iguales, es un monólogo fallido. Han jugado con nuestras esperanzas y nos han movido como fichas de tablero las veces que se han antojado. Nuestros expertos han recorrido el mundo entero para encontrar una respuesta razonable y un compromiso sincero de aquellos que siempre deciden el curso de la historia. Seguimos en el mismo punto de partida…
Ahora debemos decirles que nada ha cambiado en estos 30 años, que no sea la señal piadosa de algunos científicos que terminan devorados por intereses primarios del capital. En este foro seguramente vamos a pronunciar otros discursos, cada vez más sofisticados, para decir que hemos avanzado algo y que hay esperanza en el horizonte.
¿Por qué digo esto? Mis hermanas y mis hermanos me dicen que ya no saben cuándo es invierno, cuándo es verano, cuándo es otoño; en las mañanas nos levantamos, sigue subiendo la temperatura y las familias indígenas-campesinas que viven donde no hay aire acondicionado, no saben qué hacer en ese momento.
A nombre de mi pueblo no puedo decir otra cosa que nos sentimos traicionados una vez más frente al simulacro de acuerdos internacionales que nunca llegan. Nuestros pueblos están cansados de tanto engaño. Están cansados de sufrir las consecuencias del incremento de la temperatura, del deshielo de nuestros nevados, de las lluvias tormentosas, de las inundaciones crueles y de las sequías desoladoras que cada vez nos hacen más pobres.
Las raíces fundamentales del problema del cambio climático: no queremos más protocolos, queremos soluciones más estructurales. Venciendo al capitalismo salvaremos la humanidad
La raíz del problema no está en reducir más o menos la emisión de gases tóxicos. De qué serviría reducir uno o dos grados, si la próxima generación terminará cocinada bajo temperaturas sofocantes. El fondo del problema es el modelo presuntamente civilizatorio que tiene como base una arquitectura financiera voraz en la que unos cuantos concentran la riqueza de la mayoría de la humanidad. Para producir riqueza tienen que producir pobreza.
Quiero decirles hermanas y hermanos, mientras no se modifique el centro de gravedad de todas las distorsiones financieras, económicas, políticas, ecológicas y sociales que enfrenta nuestro siglo y el planeta, la búsqueda de un protocolo consensuado será una simple quimera.
Una segunda raíz que alimenta el problema del cambio climático es la política de guerra a cargo de las grandes potencias y su descomunal presupuesto. Solo con una quinta parte de los gastos militares de las 5 potencias militares del mundo ayudaríamos a resolver el 50% de los problemas medioambientales.
La maquinaria militar de los países más poderosos del planeta se ha ocupado de destruir pueblos enteros y civilizaciones inocentes con el afán de apropiarse del petróleo, del gas o de los minerales estratégicos. Esta maquinaria de muerte no sólo mata humanidad, también mata planeta. Pero de nada sirve si la muerte alimenta la voracidad criminal de la estructura financiera en la que se sostienen. Armas y dinero forman la ecuación brutal con la que se destruye el futuro de las próximas generaciones. Las grandes empresas pagan la guerra para alimentar la arquitectura financiera del capitalismo más brutal de toda la historia.
Hermanas y hermanos presentes acá, la tercera raíz del problema del cambio climático tiene que ver con la industrialización exacerbada, el consumo desmesurado y la dilapidación de bienes que podrían amortiguar grandes males de la humanidad.
El modelo económico que sostiene la arquitectura financiera que a su vez abraza la política de la guerra tiene como núcleo la política del libre mercado, es decir, la política capitalista voraz que no se fija en otra cosa que no sea en el lucro, el lujo y el consumismo.
Esta política capitalista cuyo objetivo es la apertura de mercados mundiales necesita inexorablemente acuerdos de libre mercado. El arma preferida del capital transnacional son los acuerdos para que mercancías y seres humanos circulen libremente. Así los hombres se convierten en cosas y la Madre Tierra se convierte en mercancía.
Propuestas para preservar la vida de la humanidad y de la Madre Tierra: ¿qué hacemos ahora?
Los gobiernos y empresas de las grandes potencias mundiales responsables de la catástrofe climática se han mostrado incapaces de poner freno a esta tragedia planetaria que está poniendo en riesgo a la humanidad y a la naturaleza entera. Su poderío mundial y sus ganancias se alimentan de la destrucción irreparable del medio ambiente y por ello siempre pondrán su interés egoísta de ganancia por encima del interés colectivo de preservar la Madre Tierra.
Detener el cambio climático que amenaza a la existencia de la naturaleza no puede estar en manos de quienes lucran y se enriquecen con la destrucción de la naturaleza. Por ello, los pueblos debemos asumir directamente en nuestras manos la responsabilidad de la continuidad de la vida y la sociedad, tomando el control de los gobiernos, allá donde se pueda, o presionando y obligando a gobiernos y empresas a asumir medidas drásticas e inmediatas que frenen esta caída a este abismo de destrucción de la naturaleza. Defender nuestra vida y la existencia de las futuras generaciones necesita obligatoriamente que los pueblos del mundo y la sociedad laboriosa que padece a diario los efectos del cambio climático, tomen el control de los Estados, de la política, de la economía y la use para preservar la humanidad y el planeta.
La destrucción del medio ambiente es un resultado inevitable de la ley del lucro y de la ley de la ganancia ilimitada que manda y ordena el sistema mundial capitalista. El capitalismo desarrolla la ciencia, la tecnología, los mercados y las comunicaciones, no para favorecer a la humanidad, sino con el único interés de obtener más ganancia, más lucro y más dinero.
Y si para obtener esta ganancia tiene que matar gente, lo hace. Si para acumular más dinero tienen que empujar a la gente a consumir ilimitadamente cosas inútiles y dañinas, lo hará. Si para aumentar el lucro tiene que acabar con los bosques, contaminar el aire, secar los ríos y los lagos, lo hace. Y si para aumentar las tasas de ganancias hay que contaminar el medio ambiente, lo hace, pues su único Dios es el dinero, la ganancia y el lucro.
Por eso la naturaleza y la humanidad no tienen salvación si sigue corriendo enloquecido detrás del Dios dinero, si persigue acumular sin límite cosas que no satisfacen necesidades humanas, sino necesidades empresariales. La lógica de la ganancia y del consumo sin límite nos está llevando a la destrucción del planeta.
Tenemos que poner un freno a la acumulación capitalista; tenemos que poner un freno a la acumulación infinita de mercancías. Necesitamos otra civilización, otra sociedad, otra mentalidad, otros valores, otra cultura que no priorice la ganancia, sino la satisfacción de necesidades humanas. Que no crea en el Dios dinero, sino que crea en el ser humano y la Madre Naturaleza. Necesitamos una economía que no escupa mercancías inútiles, que sólo generan ganancias para las empresas; necesitamos una economía que use la ciencia y la tecnología para producir cosas útiles que nos hagan vivir bien y que respeten la continuidad de la madre tierra.
Hermanas y hermanos, necesitamos pues otra sociedad.
Defender la Madre Tierra; defender el medio ambiente; defender la vida requiere otra sociedad planetaria en la que el dinero no sea la medida de la riqueza. Necesitamos otra sociedad donde el ser humano, su bienestar y el cuidado de la naturaleza sea la auténtica riqueza, el verdadero desarrollo. ¡O cambiamos la sociedad capitalista mundial o ella aniquilara a los pueblos del mundo y a la naturaleza misma!
El medio ambiente es un patrimonio común de todos los pueblos del mundo: de los pueblos antiguos, de los pueblos actuales y de los pueblos que vendrán.
Si alguien hace daño al medio ambiente, nos hace daño a todos. Si alguien lucra con el medio ambiente, lucra con la propiedad de todos. Por eso su uso, su protección y sus beneficios no pueden quedar en manos de unos pocos gobiernos, empresas o adinerados. El medio ambiente es una riqueza común, es parte de la comunidad universal de los seres vivos y por ello tiene que ser administrado comunitariamente.
La naturaleza misma es comunitaria, pues beneficia a todos y afecta a todos
Esto lo sabían nuestros pueblos indígenas ancestrales y por eso ellos vivían en comunidad porque entendían la ley comunitaria de la naturaleza. La vida en comunidad; el trabajo en comunidad; el disfrute en comunidad; la propiedad comunitaria es la única forma de que todos nos beneficiemos con lo que es de todos. La comunidad universal es la única forma de restablecer la armonía con la naturaleza. La naturaleza es comunitaria: convivir con ella, respetarla y cuidarla requiere la vida en comunidad a escala mundial, planetaria y universal.
Hermanas y hermanos, la comunidad es la única manera de vivir en equilibrio con la Madre Tierra. La comunidad es la salvación del medio ambiente, de la vida y por tanto del ser humano. Comunidad es vida; capitalismo es muerte. Comunidad es armonía con la Madre Tierra y el capitalismo es destrucción de la Madre Tierra.
Finalmente para juzgar a los que contaminan nuestro planeta, a los que han herido a nuestra Madre Tierra, la humanidad necesita crear un tribunal internacional de justicia climática para que se haga la justicia.
Hermanos y hermanas, este un pequeño resumen de la vivencia de los pueblos indígenas para bien de toda la humanidad.
Es La Vanguardia que vuelve
La histórica editorial organiza una presentación de sus nuevos títulos, con la participación de los autores.
Búsqueda
Un reconocimiento histórico
Justo desarrolló una intensa acción política y cooperativa.Con presencia de militantes socialistas, legisladores, dirigentes políticos, sociales, sindicales y cooperativistas, fue inaugurado en la Ciudad de Buenos Aires el monumento que recuerda al fundador de La Vanguardia, el Partido Socialista y El Hogar Obrero.
"Hoy pusimos fin al lucro en nuestra educación"
Multitudinarias manifestaciones juveniles reclamaban estos cambios.La presidenta del Senado de Chile destacó la importancia de los cambios aprobados, por los que se regula la admisión, se elimina el financiamiento compartido y se prohíbe el lucro en establecimientos educacionales con fondos del Estado.
Hoy “no mandan los gringos, sino los indios”
Falta completar el cambio y profundizar algunas políticas, dijo Morales.El presidente de Bolivia se comprometió a reducir la pobreza a un dígito en los próximos cinco años. Y destacó la lucha del pueblo, que dejó atrás un estado “colonial, mendigo limosnero” para contar con un país digno.