LA RECUPERACIÓN DE YPF

La recuperación de YPF se enmarca en una serie de hitos que desde 2003 intentan desandar ese penoso camino de destrucción del Estado y de un proyecto colectivo que supusieron los años 1976-2002. En esa serie, la restatización de la seguridad social luce por encima de las demás. La Argentina necesitaba sí o sí recuperar esos fondos, no sólo por el saqueo que implicaba sino para que el Estado tuviera una herramienta genuina para la estabilidad macroeconómica y para financiar diversas políticas sociales, incluso cuidando y haciendo sustentables hacia el futuro los fondos jubilatorios.

Lo de YPF tiene importancia similar y va en la línea de revertir un rasgo heredado del ciclo neoliberal: la extranjerización de la economía argentina. Con pocas excepciones, como Estados Unidos -donde la seguridad social es un tópico que a nadie se le ocurrió privatizar-, casi todos los países tienen su petrolera estatal y es la que manda en el mercado. Ni la dictadura pinochetista pensó jamás en rifar el equivalente al petróleo argentino, o sea, la principal empresa de cobre, Codelco. La anomalía fue regalar YPF, no recuperarla, como plantearon medios nacionales que parecen extranjeros y la multinacional española “afectada”.

El nuevo directorio de YPF combina saberes específicos del sector y apoyo intelectual a la recuperación de esa herramienta clave. Y cuenta con capital humano que, pese al drenaje de cuadros gerenciales y operativos en los años nefastos, sigue siendo valioso. Su plan de inversiones prevé subir 6% anual la producción de petróleo y gas, luego de que con Repsol declinara una media de 6% anual.

El plan estratégico que regía con Repsol y grupo Eskenazi -el fallido intento del Gobierno de incorporar capital nacional- proyectaba 600 pozos de producción para este año, 80 menos que en 2011. De seguir así, dijo su actual presidente, Miguel Galuccio, la producción habría seguido declinando y se habría agravado el déficit energético, que ya el año pasado implicó importaciones por 10.000 millones de dólares. Este cuadro de situación, prometió, comenzará a revertirse a fines de este año: se llegará a 746 pozos perforados, y a 1.000 pozos anuales en 2013-2017.

Por otro lado, están los hidrocarburos no convencionales. Según el informe Annual Energy Outlook, publicado por la Administración de Información de Energía estadounidense, la Argentina es el tercer país con mayor potencial geológico en este campo. El estudio estimó que aquí podrían extraerse 774 trillones de pies cúbicos de gas, 60 veces más que las reservas convencionales actuales del país. En ese sector, está gran parte de la expectativa por la nueva YPF que asoma.

Néstor Restivo