EL SENADO SANCIONÓ LA LEY DE LA MÚSICA

Fruto de un intenso proceso de discusión colectiva, la norma crea un instituto que se encargará de fomentar la actividad. Promueve también las presentaciones en vivo, la difusión en los medios y una mejor distribución de los recursos.

Foto: UMI

Después de seis años de idas y vueltas, de amagues y retrocesos, de militancia y lucha, la Ley Nacional de la Música fue finalmente aprobada en el Senado de la Nación el martes 28 de noviembre. Quince días atrás, Diputados había dado la media sanción durante la madrugada, después del debate generado en el recinto tras la aprobación de la ley del voto a los 16 años.

La Unión de Músicos Independientes (UMI) y la Federación Argentina de Músicos Independientes (FA-MI) habían decidido realizar ese martes un festival frente al Congreso, para acompañar el tratamiento de la iniciativa, impulsada en el plano legislativo por el diputado del Frente para la Victoria Eric Calcagno. A las 19, finalmente se supo. Diego Boris, presidente de la FA-MI y Cristian Aldana, cantante de El Otro Yo y presidente de la UMI, anunciaron no sólo que la norma había sido aprobada sino que los senadores presentes en el recinto lo habían hecho por unanimidad: sesenta “sí”.

La felicidad de diputados y músicos en el recinto se trasladó a la Plaza Congreso. “Todas las voces todas”, cantaron arriba del escenario más de cincuenta músicos y militantes, entre ellos, Teresa Parodi, Liliana Herrero, Peteco Carabajal, Wallace de Masacre y Bruno Arias, que acompañaron el proceso de la gestión de esta ley. Uno de los tantos videos que se proyectaron esa tarde recordaba el apoyo que en su momento habían manifestado Mercedes Sosa, Leonardo Favio y al “Flaco” Spinetta.

El principio del principio de esta norma data de 1958, cuando se sancionó la Ley del Ejecutante Musical, que Néstor Kirchner puso nuevamente en vigencia en 2005 mediante un decreto. Al año siguiente, 1.500 músicos se reunieron en el hotel Bauen para rechazar aquella norma. Tras esa convocatoria, tras reunirse con algunos artistas, el ex presidente resolvió derogar la iniciativa y apoyar la creación del Instituto Nacional de la Música.

Ese encuentro en el Bauen fue el primero de muchos otros y resultó una base fundamental en la construcción de esta historia, que tiene muchos puntos en común con el proceso que condujo a la sanción de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA). Así como diversas organizaciones y colectivos participaron del debate previo y la posterior redacción de la LSCA, la Ley Nacional de la Música no fue escrita por funcionarios o dirigentes, sino por los mismos músicos de distintas provincias, que discutieron y reflexionaron sobre la situación de su actividad en cada contexto.

De modo colectivo, entonces, le dieron forma a esta ley, que crea el Instituto Nacional de la Música (Inamu), principal órgano de fomento, promoción, apoyo, preservación y difusión de la actividad.

El vínculo con la LSCA no se limita al recorrido y el proceso de construcción. Ese Instituto recibirá 2 por ciento del presupuesto del fondo de fomento previsto en el artículo 97 de esta norma. Por otro lado, los músicos que militaron la iniciativa lograron que se incluyera en el artículo 65 que 30 por ciento de la música difundida por las radios sea de origen nacional y que la mitad de ese porcentaje corresponda a la producción independiente. Para que esto efectivamente suceda, entre la UMI y la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) se está elaborando una base de datos que permita validar ese carácter.

Entre los objetivos sobresalientes de la ley, están los siguientes:

• Incentivar la organización de los diferentes actores de la actividad musical, garantizando, a la vez, la participación en las distintas regiones culturales de organizaciones de músicos con personería jurídica;

• Crear un circuito de sitios estables para la presentación de música en vivo;

• Mejorar la difusión de la música nacional en los medios de comunicación;

• Favorecer la formación integral de músicos en cuanto a su instrucción artística y sus derechos intelectuales y laborales;

• Optimizar la distribución de recursos otorgando herramientas que solucionen una de las instancias del proceso de producción de fonogramas.  Promover que músicos nacionales puedan tocar de teloneros de artistas internacionales con resguardo de sus derechos laborales e intelectuales.

Analía Fernández Fuks