Cárcel, nada más
Es cierta la sentencia según la cual una sociedad debe ser juzgada según los valores que ella misma proclama y respeta. Cuando de enfermos se trata, la mayoría de los argentinos pasamos por solidarios. No es lo mismo cuando hablamos de presos. En general, se piensa que estos son merecedores de los peores tratos. Es innegable la vocación de venganza que despierta en muchos todo lo vinculado al trato merecido por cualquier detenido. El escandalete mediático inventado sobre la breve actividad política-culturalrecreativa de la que participó el músico Eduardo Vásquez, que cumple condena por la comisión de un delito grave, se inscribe en esa línea.
Ese pensamiento es funcional a la realidad carcelaria que reproduce las circunstancias y condiciones que hicieron de una persona un delincuente. Y se desentiende irresponsablemente de la misión que debiera tener la cárcel, que no es otra que posibilitar el cambio en la persona, algo parecido a lo que alguna vez altisonantemente se llamó resocialización. Nuestra clase dirigente, salvo excepciones, jamás se ocupó seriamente del tema. Causa y al mismo tiempo efecto de ello es la marcada indiferencia del electorado por el destino de los presos, que, como todo el mundo sabe, no votan. Sobre la ligera denuncia acerca de que Vásquez no estaría en condiciones legales de asistir a un evento fuera de la prisión y sobre la supuesta naturaleza política de la actividad, se montó una feroz campaña contra el director del Servicio Penitenciario Federal, Víctor Hortel. Pero ni el funcionario ni Vatayón Militante son los verdaderos destinatarios del inducido malestar mediático-social. Lo que en verdad se impugna son las propuestas solidarias de trabajo y recreación, conducentes a la integración de los detenidos.
Por eso, son bienvenidos los funcionarios y las organizaciones políticas que cumplen con su rol y se atreven a intentar transformaciones pendientes, aunque ello les traiga muchas críticas y el hostigamiento opositor.
Guillermo F. Torremare
Es La Vanguardia que vuelve
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“América Latina es toda feminista”
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